miércoles, 11 de abril de 2012

Capitulo 33 (ultimo parrafo) Libro de la Vida

“La niña se cagaba encima, mientras hacíamos malabares para que nos avise con una antelación necesaria para cambiar sus pantalones, la princesa estaba entrando en un sendero de años, carnes y mal humor y el teléfono nos contaba novedades de amigos, el umbral de la puerta acumulaba la realidad. Hacia ya más de tres semanas, había comprado una planta de ajo, me había bañado tres veces en vinagre de alcohol, habíamos plantado una plantita de ruda en el Living, pero no había caso, seguían cayendo esquirlas de la última adulteración de mi DNI. Mi mañana me encontraba mirando a los Cartoneros de Trelles, en Osorio, escuchando IMAGINE, y creyendo en que algún día serán las cosas mas justas para todos. El camino…el cementerio, El Cano, La puerta, La tarjeta, El pasillo, El saludo, La PC, el Nextel, el teléfono, el mail, el tiempo, era la cinta de montaje que terminaba el proceso productivo de la Banelco. Pareciera que la vida lentamente se iba poniendo en su lugar, como si todo ese camino recorrido desde hace años, entraba ahora en un sendero abrumador y tranquilo, que solo con constancia y buen humor me dejaría en buen puerto. Ya no era necesario encontrar nada que me disperse, todo llegaba y se colocaba en su lugar, como una película que pasaba de atrás hacia delante. Mi feliz vida, era ahora una vida feliz, sin lujo, es cierto, si excesos, es cierto, todo colocado en un extremo equilibrio, incluso ahora la brisa mas suave, tenia lugar en el ensamble mágico de mis días. Aunque el olor a ruda, me asfixie, aunque la alfombra tenga lamparones de mierda, ya no había vuelta atrás, y no hay caso…ya estaba todo hecho, escrito y porque no por hacer y por escribir.”

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