sábado, 1 de septiembre de 2012

La inconmesurable pradera de los hombres afligidos

Me había metido en un tubo negro, si bien podía respirar, se me habían formado unas gotas de respiración en la columena, la ropa me parecía demasiada ancha, y el calor insoportable. No se cuanto tiempo estuve ahí adentro, cuando me picaba la oreja, debía inclinar el cuerpo para el costado, tirar el hombro hacia arriba, aflojar el codo, flexionarlo, correr el cuello, y rascarme. Para comer era igual, pero trataba de acercarme raciones precisas a la boca. Nada me había obligado a entrar en ese tubo, digamos que fue decisión propia, a priori parecía un lugar placentero para vivir, aunque solo eran cuatro moscas las que a simple vista parecían, otras moscas más. En un principio, las moscas, se miraban entre ellas, y decían, este tipo no tiene, nada es igual al otro tipo, otra mosca interrumpía, y decía es peor al otro, la mas mosca de todas las moscas, se me paraba en la oreja y aleteaba, y la cuarta, se había puesto en la parte baja del tubo, en silencio sigiloso, a esperar a mis mierdas. Simultáneamente comenzaron las cuatro a revolotear en mi tubo, sonaban en la cabeza, en la boca, movimiento que intentaba, movimiento que ellas hacían, no era fácil moverme tranquilo.- De pronto recordé que había pasado mas de un año, así, que me comencé a cuestionar, todo, las moscas, el tubo, el calor, el miedo, el insomnio, y de tanto cuestionarme todo, todo el tiempo, en un acto de lucidez, entendí que no había nacido para estar en ese tubo, si aire, sin luz, sin paz. Así que saben lo que hice?....Salí, así de fácil me fui, había pasado tanto tiempo que me costaba recordar lo grande que era el mundo.

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