Apagado, con los restos de un lugar iluminado, sin meritos, ni dolores, con una tristeza inundada por tristeza, sin rumbo, ni frases elaboradas, sin nadie a quien escribirle, ni sueños, agobiado y abatido. En el profundo silencio incontenido, cuestionado por mis anhelos, olvidado y sin fuerza.
Como si el dolor fuera el ejercicio que mas practico, vivo un depresion constante, esperanzado, que a veces las cosas salen bien. Insatisfecho de mis conquistas, abrumado y abatido, me encuentro sin retorno, y sin salida, solo y agobiado.
Rodeado de hostilidad, de violencia, como si todo mi aparato psiquico no estuviera a prueba, entregado a una realidad, muy dificil de cambiar, y con estas energias no se puede.
No espero mas nada, cualquier cosa que ocurra, me es indistinto, uso la sonrisa de escudo, y mi escudo, intentamos que dure. Espero descansar, dormir y esperar, se que soy motor de mi vida, y de todas las vidas que arrastro, llegue aca...creo que es momento de descansar, tengo que juntar muchas fuerzas para empezar de cero.
miércoles, 18 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
En el colectivo viajando a la Faculdad
Como si el olvido, durara tiempo, como si el tiempo se llevara el olvido. Como si nuestra vida fuese más que un gesto, que se queda con un gesto en el camino.
Como si una escusa fuese lema, y si el lema fuese una escusa. Así espero el correr del tiempo mientras te pienso, y busco difusa.
No han venido, al río los dolores nuevos, no hay bondad, ni dueños, no hay poesía, hay tango.
Tengo mi soledad de compañía, tengo o casi tengo dos o tres mil sueños.
No perdí las ganas, no perdí las fuerzas, quede derrotado, sin ningún problema.
Me entregue a este reino de soberbias formas, de cazuelas viejas, de violencia y de zozobra.
Fui poeta, y sabio, ignorante y necio, me guarde el desprecio, ese no rotundo.
Me quedé en silencio, me quedé sin mundo, con la voz cansada, y el placer errante, me escape del mundo. Me perdí de vista. Perdí mi amigos, y perdí la lista. Me fui convenciendo, como será mi vida, me quedé tranquilo, golpeado, y dolorido, quieto en este rincón.
Voy a ser coherente y olvidé mi anhelo, ya no tengo tiempo, no tengo consuelo.
Como si una escusa fuese lema, y si el lema fuese una escusa. Así espero el correr del tiempo mientras te pienso, y busco difusa.
No han venido, al río los dolores nuevos, no hay bondad, ni dueños, no hay poesía, hay tango.
Tengo mi soledad de compañía, tengo o casi tengo dos o tres mil sueños.
No perdí las ganas, no perdí las fuerzas, quede derrotado, sin ningún problema.
Me entregue a este reino de soberbias formas, de cazuelas viejas, de violencia y de zozobra.
Fui poeta, y sabio, ignorante y necio, me guarde el desprecio, ese no rotundo.
Me quedé en silencio, me quedé sin mundo, con la voz cansada, y el placer errante, me escape del mundo. Me perdí de vista. Perdí mi amigos, y perdí la lista. Me fui convenciendo, como será mi vida, me quedé tranquilo, golpeado, y dolorido, quieto en este rincón.
Voy a ser coherente y olvidé mi anhelo, ya no tengo tiempo, no tengo consuelo.
domingo, 1 de junio de 2014
Las puertas del cielo (otras)
Yo conocí las puertas del cielo, estuve cerca casi a unos pasos de entrar, pero no pude.
Creo que no pude entrar, porque al cielo se entra solo, sin ayuda de nadie, sin pedir permiso, simplemente te abren las puertas y listo..
Ese lunes Ana estaba dormida, le había prometido un helado en fredo, y como todas las promesas a un niño son sagradas, fuimos.
Había estacionado el auto sobre Cabildo y José Hernández, un lunes de noviembre a las 22:34 hs, en ese instante se abrieron, yo me moría de ganas de entrar, pero no podía ser tan irresponsable, no podía olvidarme de Ana, di un paso hacia atrás, casi de manera distante me fui, casi escapando, convencido que el cielo abriría sus puertas una vez mas, en esa esquina o en otra, pero no fue así.
Paso el tiempo, las puertas se cerraron herméticamente, y a pesar de mi insistencia, ya no emitieron movimiento. Con el tiempo me entere, que ya no están mas en esa esquina, y volvieron al anonimato.
Caí en una depresión, profunda culpándome una y otra vez por mis errores. Como si el destino no estuviera escrito, intente una y mil veces olvidarme de lo cerca que estuve, pero no hubo caso.
Como si fuese ayer lo tengo presente, cada vez que puedo invento una escusa para pasar por esa esquina, paso lentamente con el auto, mira a todos los costados, pero no hay caso el cielo hace tiempo que no me quiere ver, debe ser por eso que estoy intentando dejar de vivir pecando....tal vez así un Ángel de señales de vida.
Creo que no pude entrar, porque al cielo se entra solo, sin ayuda de nadie, sin pedir permiso, simplemente te abren las puertas y listo..
Ese lunes Ana estaba dormida, le había prometido un helado en fredo, y como todas las promesas a un niño son sagradas, fuimos.
Había estacionado el auto sobre Cabildo y José Hernández, un lunes de noviembre a las 22:34 hs, en ese instante se abrieron, yo me moría de ganas de entrar, pero no podía ser tan irresponsable, no podía olvidarme de Ana, di un paso hacia atrás, casi de manera distante me fui, casi escapando, convencido que el cielo abriría sus puertas una vez mas, en esa esquina o en otra, pero no fue así.
Paso el tiempo, las puertas se cerraron herméticamente, y a pesar de mi insistencia, ya no emitieron movimiento. Con el tiempo me entere, que ya no están mas en esa esquina, y volvieron al anonimato.
Caí en una depresión, profunda culpándome una y otra vez por mis errores. Como si el destino no estuviera escrito, intente una y mil veces olvidarme de lo cerca que estuve, pero no hubo caso.
Como si fuese ayer lo tengo presente, cada vez que puedo invento una escusa para pasar por esa esquina, paso lentamente con el auto, mira a todos los costados, pero no hay caso el cielo hace tiempo que no me quiere ver, debe ser por eso que estoy intentando dejar de vivir pecando....tal vez así un Ángel de señales de vida.
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