jueves, 29 de octubre de 2015

Borges y yo

Mientras las noticias no son buenas, volvió a aparecer Borges. 

Mi relación con él fue una relación asimétrica, silenciosa, una conversación monóloga, donde el siempre habla, y yo siempre escucho, a veces lo interrumpo y le digo, espera un segundo volvamos unas paginas atrás. El ostentando su humilde contorsión cede, a mis incertidumbres. Usted se preguntará como se puede extrañar algo insípidamente psicópata; supongo que muchas cosas son difíciles de explicar, incluso el amor y el odio.
Este simple asunto, se caracteriza por una bruma a centímetros de mi mirada, que cuando estoy con el se espesa, y entonces aparecen figuras. Una proyección en varias dimensiones, me llevan al laberinto de los suburbios porteños cerca de él, la bruma nos define ahí soy rey, malevo, todo, nada. Supongo que esta visión lo conforma lo satisface, y yo puedo decir que he sido feliz con el.

Nunca pude leerlo bien pero cada letra, cada frase, yacen en mi biblioteca, y en cada enciclopedia tranformó a Borges en bruma, un bruma que perdió mi vida hasta que eliminó la causa y la forma, quedo toda su obra como una niebla insípidamente constante, que impregnada entre mi rutina y mi mañana.

Mi esquiva juventud , una inmadurez cansada, un anacronismo entre mis deseos y la mis obligaciones, entrevera mi pulsión de muerte. Digamos que nunca fuimos algo. El se erige en sus párrafos, yo lo único que que tengo conmigo su espesa y constante compañía. Todo me incomoda, todo me perturba, respirarlo me incomoda, odiar la Calle Jorge Luis Borges porque no se llama Serrano, pasar por una iglesia pensar "¿Qué Dios de tras de Dios la trama empieza?", encontrar a Emma Zunz en todas las esquinas, soñar infinitas veces el poema de los dones, pensar que el tiempo no existe, saber que el estadio de River Plate nunca existió, amar al minotauro, buscar a Tadeo Isidoro Cruz y reconocerme en los otros, y perder cada tanto el tiempo, pensando, imaginando, soñando el nombre de Dios.

Por eso imagino el Borges ignoto, que resiste el olvido, aquel que nunca escapo del laberinto, el que no pudo ganar su partida de ajedrez, pienso en el Borges malevo, en el asesino, y ahi estoy disfrazado yo en cada uno de sus cuentos, creyendo que algún día esta espesa bruma que hoy es un muro entre la realidad y el mundo, se irá, se irá por fin. Mi vida entera espejada, es la cabal prueba que no existe muerte más dolorosa que la inexistente, porque no existe peor vida que la no vivida, odio profundamente a Jorge Luis Borges, porque desde que lo conocí, altero mi biorritmo, de manera tal que mi vida ya no fue lo que pense sería, porque nunca pude explicar ni ese odio, ni el amor que por él guardo.

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